Las aplicaciones de alertas sociales entre conductores como Wazze o Social Drive -que (defienden) buscan una conducción más responsable e, incluso prevenir situaciones de riesgo como retenciones o accidentes de tráfico- están en el punto de mira de las instituciones ya que la información de controles, radares, ‘Pegasus’… está descubierta y potencialmente podría contribuir a la comisión de delitos. Yo me pregunto, qué fue primero, el afán recaudatorio o las aplicaciones sociales…. 

Dejando al margen la opinión del periodista, dentro de las Fuerzas de Seguridad del Estado, se ha generalizado el rechazo a este tipo de aplicaciones desde que se generó la alerta terrorista por los atentados en Francia.
Los miembros de la Policía podían confirmar como minutos después de situar un control antiterrorista, dicha medida ya estaba advertida y certificada por varios usuarios. De tal modo que, un criminal podría ir actualizando su ruta en función de donde se encuentren las ‘trampas’.

Hay dos posturas, una la que defiende que si no tienes nada que ocultar debería multarse este tipo de avisos -son hasta 30.000€ según la propuesta que se maneja-.

Y otra que considera que el afán recaudatorio de radares y controles está desangrando a la población civil debido a que su función es recaudar más allá de la mera protección ciudadana -o con dicha excusa-. También prefieren evitar los controles con temor por el trato recibido por parte de algún Policía o Guardia Civil que no cumplió bien con su deber.

Yo creo que los criminales deben ser detenidos. Pero me parece que, como pregona el dicho: ‘tanto va el cántaro a la fuente, que al final se rompe’.

Eugenio