Desde hace un tiempo ya, sabemos que los coches autónomos no son solo una quimera, un sueño absurdo o una teoría de lo que podríamos llegar a conseguir, si seguimos avanzando en cuestión de tecnología, sino que probablemente de aquí a unos años sean una realidad palpable.

Algunas marcas están trabajando muy duro para que eso ocurra y sus progresos no están pasando inadvertidos. Volvo es una de ellas y lo más reciente que hemos sabido es que está usando toda su influencia para conseguir que en todos los países del mundo se regule una base legal que permita implantar esta ciencia.

A día de hoy, la compañía francesa Robosoft ha creado un mini autobús autónomo, llamado CityMobil2, que lleva seis meses circulando, y transportando pasajeros, por las carreteras de Trikala en Grecia sin ningún accidente. Otra ciudad que se suma a las iniciativas es Londres que quiere convertirse en el sujeto de pruebas de los vehículos autónomos de Google.

Sin embargo, en nuestra opinión, lo más interesante, en este tipo de avances recientes, es el Project: Nightonomy del fabricante Ford. La marca americana está tratando de conseguir adaptar sus vehículos autónomos a todo tipo de circunstancias y esa condición incluye la conducción en oscuridad.

En esta situación hay que poner a prueba tres tipos de sensores: radares, Sistemas LIDAR y las cámaras. Los segundos, también conocidos como Light Detection and Ranging (LIDAR), permiten determinar la distancia existente entre un emisor láser y un objeto o superficie. En este sentido se convierten en el componente más importante puesto que en condiciones de oscuridad no hay mucho que las cámaras puedan hacer.

Por eso mismo Ford, que ya tiene experiencia con este tipo de sistemas, ha desarrollado unos nuevos junto a Velodyne que ahora permiten trabajar con rangos de hasta 200 metros; los denominados Ultra Puck. A todos estos sensores se les sumarían los mapas.

¿Cuál será el verdadero reto de los vehículos autónomos?

De todas formas hay que tener cuidado porque no es oro todo lo que reluce y eso mismo es lo que aseguran desde el Illinois Institute of Technology.

Los investigadores de este centro están de acuerdo en que los vehículos autónomos nos permitirán desplazarnos al trabajo de manera más eficiente. En que nos darán la oportunidad de mandar a nuestros hijos a sus actividades extraescolares sin tener que abandonar nuestros quehaceres, que harán desaparecer los accidentes de coche, etc. Pero aseguran que esas conclusiones están muy lejos de medir el verdadero impacto que tendrán los vehículos autónomos en el entorno urbano.

Todo desde las aceras, el diseño de los edificios, los semáforos, las señales de tráfico, el mapa urbano, hasta nuestro modelo de vida cambiará cuando los ordenadores tomen en control. Incluso aunque estos coches se fabriquen de manera que encajen con el entorno urbano actual a la larga, si queremos maximizar los beneficios, habrá que adaptarlo a sus verdaderas necesidades.

Un primer reto a considerar sería el de los aparcamientos. La pregunta que se hacen desde el Illinois Institute of Technology es ¿Deberíamos construir un parking gigante a las afueras de la ciudad y deshacernos del resto? Los vehículos autónomos se aparcarán solos y gracias a la conectividad entre coches podrán pegarse mucho más los unos a los otros puesto que no tendrá que entrar nadie en el coche para conducirlo.

Si dentro de nada podremos convocar al coche para que venga a buscarnos solito a la puerta de casa ¿Quién lo va a controlar? ¿Y dónde estarán esos coches cuando nadie los esté usando?

El siguiente reto sería el de la seguridad de los peatones que saca a colación cuestiones como la de los límites de velocidad, el diseño de las carreteras, el tamaño de las aceras, etc. y así sigue una larga lista de argumentos que solo el 6% de las ciudades americanas con planes de movilidad autónoma se ha planteado; según lo que dice un informe de la National League of Cities.

Fuente: Wired.com, Xataka.com, Adslzone.net, Motorpasion.com.